Mis mierdas: el "destino manifiesto" y día del cómic.

 


Hoy, mientras lo debatíamos en un grupo de amigos de toda la vida, me ha caído en los hombros el peso de la ansiedad por los acontecimientos presentes, así, en plena calle. Aunque no diga nada, estoy realmente preocupado por el tema bélico. Me posiciono en el NO, en el diálogo, en los acuerdos, en la confianza en la raza humana. Pero creo, en ocasiones, que no tenemos salvación. No tengo una opinión objetiva formada más allá de ello y no me deja de sorprender la sencillez con la que, aparentemente, todo el mundo tiene una opinión sobre algo con presteza inusitada. Eso sí, tengo claras varias premisas además de mi repugna contra la violencia y es que, como ocurrió con la pandemia (y con otros muchos sucesos) unos pocos van a tener la excusa de enriquecerse estratosféricamente a costa de la mayoría, que ambos "lados" añoran ese concepto de la "Frontera" y comparten esa añoranza con el espíritu aparejado del "destino manifiesto" (cimentado en unas razones u otras, pero el mismo concepto en resumen).


Hoy también muchos compañeros técnicos de radiodiagnóstico se han manifestado por unas mejores condiciones y un justo reconocimiento universitario del que nuestra profesión si goza en el resto de Europa pero, tal como corren las cosas, me temo que, como de costumbre, de poco servirá.


Hoy, por último, ha sido (es aún) el "día del cómic", al menos en España así que feliz día que ha servido para darme cuenta de que incluso cuando la Literatura y la Poesía con mayúsculas me falló, siempre estuvo ahí el cómic, el tebeo, el manga, la novela gráfica (escoged el apelativo que más os cuadre porque, en el fondo, las diferencias son, como en la vida, una mera formalidad).


Lo he celebrado como debe de ser: comprando y leyendo cómic; tanto las historietas de terror (bien extrajeras de los cincuenta bien autóctonas del último número de la revista "Cthulhu") como recuperando ése fabuloso "primer superhéroe" que era El Hombre Enmascarado y reconciliándome con la figura tan en boga por el cine (lo siento, no veré ninguna película que anuncien como una "obra maestra" y menos si dura tres horas) del Hombre Murciélago en el clásico (ignorado por un servidor desde que me saturó el Señor de la Noche): "El largo Halloween". Una delicia, por cierto.


Creo que muchos de los conflictos sólo tendrían solución ya a base de absurdo y que los únicos capaces ya de detener las bombas serían "Mortadelo y Filemón". Aquellos que dirigen nuestros destinos les hace muchísima falta una buena ración de Ibáñez.

Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad: todo el mundo tiene una.

Buenas noches, Nueva Orleans.


El busto de Lovecraft...

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