Palomitas: The Empty Man

 


A ratitos, durante las 72 horas que me daban tras pillarla, he conseguido ver el "unicornio" del cine de terror de esta temporada: "The empty man".

Puedo decir que, al menos, no me arrepiento de haberla pillado. Me parece una buena película que sube bastante el tono del terror habitual, aunque no la maravilla de "clásico inmediato" que van prometiendo. 

En muchos aspectos se trata de un pastiche muy bien hecho con influencias de Lovecraft y Ligotti, en lo literario, y de otras grandes películas del género como algún "slasher" sobre leyendas urbanas al estilo "Cadyman", añadiendo otras como la reciente "Hereditary", "El Corazón del Ángel", "Shutter Island", y un par de toques de "Horizonte Final" mezclados con "folk horror" al estilo "Wicker Man" o la también afamada "Midsommar", y mucha pintura de los arquetipos del género negro detectivesco.

Por momentos se pone bastante densa, excesivamente filosófica para explicar/complicar conceptos y se gusta mucho a sí misma, pero hay otros instantes en que verdaderamente me produjo un espeluznamiento genuino y, eso, en estos tiempos que uno anda muy curtido, es ya mucho ganado en una película.

Desde luego, si se convierte en película de culto será por haberse malestrenado en el año de la gran pandemia y, por tanto, su hipotética dificultad de conseguir verla, y digo "hipotética" porque tampoco es que haya que entrar en la Dark Web: sólo  estar suscrito a una de las plataformas más populares como Amazon, Disney (la sección de adultos) o Movistar y, soltando lo que cuestan tres cañitas de terraza ayusera, puedes verla tranquilamente y hasta repetir varias veces si te has quedado con ganas de, cuando seas viejo, colgarte la medalla oscurantista gurú del género diciendo entre toses a tu nieto: "Ahhhhhh... sí, chaval, normal que persigas esta película... yo estuve ahí cuando salió al mercado, los jóvenes de ahora lo tenéis todo muy fácil, no como en mis tiempos, que había que encender la tele...".

Los actores resuelven de manera correcta y el protagonista cae simpático en su papel de detective quemadete por la propia tragedia personal; tampoco le veo especialmente roto para lo que le pasa, más bien como "jodidillo", aunque ese asunto en particular podría encajar en verosimilitud como parte de la trama mucho más que ese calzoncillo de pierna entera estilo "abuelo de los cuarenta" que usa para dormir. No obstante, tales trasfondos ya están más visitados que los portales porno en lo más duro del confinamiento.

Por lo demás, un largometraje muy decente y ampliamente superior a lo que se suele ver hoy en día, pero tampoco como para empezar a sacar los pompones de "clásico complejo" ni por descontado.

Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad: todo el mundo tiene una. 

Buenas noches, Nueva Orleans.
 


El busto de Lovecraft...

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