Mini palomitas (y algo más): Maligno, de James Wan.

 

Hoy ha sido un día agitado de ir de acá para allá, visitar la Feria del Juguete en el Centro Comercial la Ermita, charlar un poco con los buenos chicos de Atlantica Juegos (y, por cierto, la dependienta, a quien no conocía, ha sido de 10 en sus consejos de pintura), planear nuevos proyectos de pintura con la mente puesta en Halloween (aunque trabajaré esa noche, y una hora extra por el cambio horario, para más coña, así que si vais a hacer el loco, no os quiero por Leganés os vais de fiesta a otro lado) y, aún así, he podido ver "Maligno": la última "parida" (con toda la intención doble o triple lo digo) del afamado "renovador" del cine de miedo, James Wan... Siento poner tantas comillas.

Me ha gustado, porque es una puta mierda de videoclub de los ochenta, con unos diálogos que, en muchas ocasiones, alcanzan cotas inferiores a los de algunas películas pornográficas, sinsentidos y agujeros por todas partes, actores de cartón piedra, con ese espíritu de que, en cualquier momento, puede transformarse y te ves un domingo a las cinco de la tarde en el sofá delante de una película de Antena 3. Sorpresas esperadas, gore de chascarrillo, contradicciones internas, espíritu de slasher y una primera media hora, justo después de la introducción imprescindible, que se podría haber resumido en cinco minutos o, directamente, eliminado. Pero, si la ves con "sense of wonder pure 80 & 90", sin pedirle nada, quitándote un poco una parte del cerebro más adulta, más crítica, más exigente y, por supuesto, más snob y pomposa de cultureta amargado, la disfrutas pero de cojones porque mama de muchas tetas, sin duda, pero tetas de auténtica "scream queen", de reyes del mambo que han marcado el espíritu con cariño, ingenio y mucho valor, como Craven o Carpenter (hasta hay un momento a golpe de Casiotone).

Una película que empieza con planos realmente interesantes (como es persecución filmada desde el techo, a modo de laberinto de ratones) para (una vez se quita la vergüenza de intentar ponerse seria y abandona el legado de otras sagas de Wan y el susto entre las sombras con sonido estupefactante) recurrir a aquellos planos con aroma de thriller noventero de pata negra, mostrando edificios mastodónticos y ciclópeos rodados desde la perspectiva peatonal porque no había pasta ni técnica para ponerse estupendo.
 
La trama (que nace ya con intención de saga episódica y canónica, con ese malo arrebatador) se destripa ella sola a poco que tengas más de una neurona entre los pies y la coronilla.
 
Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad: todo el mundo tiene una. 

Buenas noches, Nueva Orleans.

El busto de Lovecraft...

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