Dos palomitas de terror pre Halloween.



La casa de las profundidades.

Se adhiere a la nueva corriente de cine francés de terror (ya sólo decir cine francés a mi me produce terror) que se caracteriza por un angustia psicológica perversa, tendencia a las máscaras y la tortura, salpicaduras de lo que llaman "gore fuerte" (ay, que me parto) y cortejo con el fantástico/sobrenatural. Eso he leído por ahí. Por mi parte, como fusionaba (esto es fusión y no lo de Master Chef), el género de casas encantadas con el de submarinistas ya me valía para tocármela un poco con ella. No defrauda, incluso puede que la revisite con la misma sensación de utilizar un condón usado, pero tampoco es que rompa el género ni sea una maravilla. Está llena de tópicos y algún buen "scare jump" (que si la puerta de salida ahora está amurallada, que si nos quedamos sin aire, que si los cadáveres se levantan y se pasean, que si en la casa se hicieron cosas parachungas y de gente que le gusta usar pelar a otros como si fueran mandarinas...). Es de esas pelis en las que los imbéciles sabes que no sobrevivirán y, lamentablemente, desde el primer momento se puede ver que los dos protagonistas son imbéciles. Una cosa buena: es cortita y pasas el rato, que es de lo que va el asunto.




The Night House (no se han molestado ni en traducir el título).

Pues otro batiburrillo entre psicokillers, misterios, cuánto conocemos a nuestras parejas y a nosotros mismos, posesiones, fantasmas, el Ente (largometraje de miedo de verdad) y película de Antena 3 con casa junto al lago y protagonista que se traumatiza porque el hombre de su vida (con quien no convivía mucho, al parecer), su marido adorado, decide salir en barca y comerse un balazo de revolver para merendar que se le había olvidado el bocata en casa. Los ricos también lloran. Después de eso, claro, la chavala se vuelve una giliborde detectivesca y, aunque pasa el mayor parte del tiempo borracha, presiente que eso del suicidio es un poco raro, que eran muy felices... Y hasta ahí puedo leer, pero la cosa se va complicando en una espiral de elementos añadidos hasta que la bolsa del guion explota. Quiere tocar todos los palos y encima ponerse profunda: gatillazo. Pero mantiene la tensión e incluso acojona mucho añadiendo sustos bastante buenos usando trampantojos rodados de una forma muy elegante que te hace apretar esfínteres (creo que es un sistema que será copiado a partir de ahora porque de verdad funciona). Pasable, por otro lado. Olvidable. Pretenciosa.


Y hasta aquí hemos llegado en este último viernes de octubre en el que se atormenta una vecina y Halloween, Samhain, Víspera de Todos los Santos, Noches de Brujas, o como queráis llamarlo (yo me adapto) está a punto de caramelo.


Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay bueno y malo en la Verdad, todo el mundo tiene una.


Buenas noches, Nueva Orleans.



El busto de Lovecraft...

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