Libros con gafas: "Creepy, volumen 2". Dark Horse Comics. Varios autores.
Sumergirse en las páginas de "Creepy" es adentrarse en una galería de horrores, pero también de placeres narrativos. Este segundo volumen, publicado por Dark Horse, marca un salto notable en la madurez que tendrá la revista, un testimonio de cómo su evolución la llevó a experimentar con relatos que no solo pretendían asustar, sino provocar. Relatos que, por momentos, hacen reír con un humor tan oscuro como la tinta que da vida a sus viñetas, o bien nos lanzan a abismos que el horror clásico apenas osaba rozar.
La edición en tapa blanda que presenta Dark Horse resulta una joya tanto por su fidelidad al espíritu original como por su calidad asequible. Es un rescate cuidadoso de aquellas historias que, aunque nacidas hace décadas, siguen resonando con la fuerza del miedo más visceral. En comparación con su homónima española, esta edición sobresale por ser accesible, pero sin sacrificar el más mínimo detalle, como si supiera que cada línea es un conjuro que ha de preservarse con mimo.
Entre las historietas de este volumen, algunas alcanzan cotas de rareza y brillantez que aún sorprenden. El vampiro que viaja al espacio huyendo de una Tierra superpoblada se erige como un ejemplo de audacia creativa: un no-muerto en medio de las estrellas que se lanza a colonizar un planeta virgen, donde las reglas de la vida y la muerte parecen trastocarse en un delirio ciencia ficción. Lo que podría haber sido un disparate se convierte en un extraño triunfo, una historia que, bajo la máscara de lo absurdo, nos invita a reflexionar sobre los límites del mito vampírico.
Sin embargo, si hay un relato que merece especial mención es el del aviador fantasma. Aquí, lo sobrenatural y lo bélico se funden en una narración donde los ecos de la guerra se tiñen de un halo espectral, recordándonos que no solo los vivos libran batallas. Es un cuento que juega con la modernidad del género fantasmagórico, manteniendo el pulso a otras revistas bélicas, pero logrando algo único, un equilibrio entre el miedo y la memoria.
En este volumen también encontramos el trazo inconfundible de Steve Ditko, cuyas contribuciones elevan el tono visual de la revista a otro nivel. En sus historias, la atmósfera opresiva y afilada, fuera de lo común en los trabajos de este dibujante, crean un clima en el que el lector siente que cualquier cosa, por terrible que sea, está a punto de suceder. Ditko no crea solo sombras, sino que con cada línea nos sumerge en una tensión sostenida que parece agazaparse en cada esquina y se salta la coherencia lineal tópica del cómic.
Por otro lado, cabe mencionar tanto las espectaculares ilustraciones de cubierta de Frazetta como la curiosidad de los dos únicos, creo, relatos que se expanden en números posteriores, mostrándonos cómo "Creepy" también supo jugar con la continuidad de sus historias. El ataúd de Drácula ofrece una nueva perspectiva sobre el clásico, dándole giros inesperados a una figura que parecía haberse agotado ya en otros medios. A su vez, la inspiración en "Yo, Robot", centrada en las aventuras del androide Adam Link, fusiona el mito de Frankenstein con la reflexión filosófica sobre la inteligencia artificial en el desasosiego de la ciencia ficción más sombría pero aventurera.
A medida que avanzamos por las páginas de este volumen, se aprecia el refinamiento progresivo de la revista, tanto en la variedad de sus enfoques como en la calidad de sus guiones. A veces cómica, a veces perturbadora, juega con las reglas del terror clásico y las rompe cuando le place, recordándonos que lo inquietante puede surgir de lo inesperado, y que el miedo no siempre se manifiesta de forma grandilocuente.
Lo que "Creepy", en su segundo volumen, consigue es lo que todo buen relato de horror aspira: atraparnos en su atmósfera y, al mismo tiempo, dejarnos espacio para llenar los silencios con nuestras propias pesadillas con puro entretenimiento y risas. Y es esa versatilidad la que convierte este tomo y esta colección en una pieza imprescindible, no solo para los amantes del género, sino para cualquiera que aprecie el cómic como medio para explorar lo oscuro, lo extraño, lo crítico y lo desconocido.