Noches en vela

A pesar del silencio 
que conquista la alcoba,
tras horas de trabajo
físico y radiación, 
y aunque sale a la cancha 
la oscuridad perfecta 
como un muro de plomo
-terco, suave, desnudo-;
con todo eso y sin nada,
el diminuto hámster 
en su rueda mental
se opone a la derrota.
Cabalgo sobre el lomo
de ese roedor afgano
hacia ninguna parte,
despojado de estrellas,
desgastando el colchón 
en onanismo psíquico
de vaquero fantasma
sometido en un lecho 
que no le pertenece,
buscando en la impaciencia
la errante amanecida:
se oculta en el depósito
de los sueños en coma
y en las ramas de sauces
que chillan sobre el río
como un ratón de cuerda 
suspendido en la noche,
estéril en su prisa
de aguja que no avanza
por la esfera lunar 
muerta, impertinente,
preñada de recuerdos.

Fernando López Guisado


El busto de Lovecraft...

El busto de Lovecraft...

Sígueme en Facebook

Translate/Traducir

Entradas populares

Un blog se alimenta...