Horror y Verdad entre basura

Existe una diferencia entre «horror» y «terror». Casi todo el mundo los solapa semánticamente: vamos a ver esa peli de horror, cariño, y la semana que viene vemos una romántica —también suele confundirse históricamente el concepto «romanticismo», pero ese no es el tema de hoy.  

Mucha gente me pregunta por qué me gusta tanto el terror sobrenatural —ese cuyo motivo para provocar la emoción proviene de lo desconocido y lo fantástico—, por qué lo escribo y lo consumo. Simplemente porque me ayuda a evadirme del horror. Adoro los monstruos, esos clásicos en blanco y negro, o con peinados de los setenta, o los contemporáneos que se piensan que no le deben nada a los anteriores cuando todo, quiera o no, tiene una madre. ¿Y qué tienen que ver el terror, el horror y las madres en esta grabación de un servidor? Pues mucho, porque hoy necesito leer un buen cuento de terror para olvidar que vivimos en el más puro horror. 

Esta mañana, en Mejorada del Campo, un hombre que paseaba a su perro a la fresca escuchaba un extraño sonido desde un depósito de basuras de esos en forma de pozo con varios metros de caída. Me ahorro el resto de la historia, no necesita adornos, baste decir que de ese basurero dos guardias civiles y un operario del servicio público de limpieza sacaban, varias horas después, a un bebé casi recién nacido que alguien arrojó allí en una mochila cerrada. 

¿Aún hay quien, en serio, después de ocurrir cosas así (otro ejemplo, que un chico de menos de quince años le ha quemado con ácido la cara a su novia de menos de catorce porque le había dejado), de saber que ese tipo de cosas pasan todos los días —y que quizá haya más recién nacidos en los vertederos que no tuvieron la fortuna de que nadie les oyera o carecían de la fuerza ya incluso para llorar— me pregunta qué diferencia hay entre «terror» y «horror»? ¿Pero qué extraño reflujo mental puede llevar a realizar semejante monstruosidad? Por suerte, la historia ha terminado bien, en el Hospital del Henares. La foto es la del lugar de los hechos. Si alguien quiere saber más puede pinchar en este enlace.

Decía Lovecraft que el mayor miedo es el miedo a lo desconocido... Nada hay más ignoto que las profundas simas de crueldad psicopática del alma. La simple existencia de un acto así —lo sé, un hecho aislado entre los miles de bárbaros genocidios en la historia de esta lacra que llamamos humanidad, pero un hecho, uno más— provoca que cualquier Belleza y Verdad que originemos siempre cuelgue de una mochila, vieja y a punto de romperse, sobre un lago de excrementos. Por eso es tan importante la escasa Luz que podamos encontrar en nuestras vidas, Luz como la sonrisa y la voz de mis hijos que ahora me llega por teléfono: valen más que las Pirámides y el Partenón, que la Muralla China y el David de Miguel Ángel, el Requiem de Mozart o cualquier poema y relato de miedo jamás escrito por genio alguno. 

Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad, todo el mundo tiene una.

Buenas Noches, Nueva Orleans.

El busto de Lovecraft...

El busto de Lovecraft...

Sígueme en Facebook

Translate/Traducir

Entradas populares

Un blog se alimenta...