Cerradura errónea: maquetas de barco


«La ausencia amorosa va solamente en un sentido y no puede suponerse
sino a partir de quien se queda -y no de quien parte-: yo, siempre presente, 
no se constituye más que ante tú, siempre ausente». Roland Barthes.



No logro abordar la ominosa imposición de un futuro en tu ausencia, inevitable como el ocaso. Me convierte en un fantasma mudo que se atranca en su memoria con todo lugar común (gatillos para la melancolía) como el niño insomne a quien obligan dormir. 

Siempre me he considerado un analfabeto musical (clásico y moderno) pero, a cada intento de comunicación fallido, una mujer de color y voz potente, vestida a la manera de Louisiana, comienza a susurrarme al oído el viejo blues (quizá jazz, o R&B; no los distingo, tampoco importa): «The right key but the wrong keyhole» [La llave acertada pero la cerradura errónea]. 

Entonces me obligo a convencerme de que construyo la reproducción naval de un vapor del Mississippi en ejercicio diario de paciencia, como quien hace régimen o aguanta la respiración hasta que, llegado el momento, pueda disfrutar del trabajo terminado o prescindir de constantes vitales y que el sol aporte oxígeno.


Soy tan torpe para las maquetas como para la música: el superglue sólo adhiere mis dedos, los listones no aguantan, a la caja le suele faltar contenido imprescindible... Me impaciento enseguida y me devora la frustración. No obstante, sigo buscando en el bolsillo, henchido de plomo y reflujo, una llave errónea que encaje en tu correcta cerradura.

Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad: todo el Mundo tiene una.

Buenas Noches, Nueva Orleans.


El busto de Lovecraft...

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