Palomitas breves en #Spookyseason: Hombre Lobo, Smile y Freddy
Tengo un montón de películas por comentar desde casi antes del verano. He visto mucho cine, por lo general, de terror, incluso he tenido suerte en las recomendaciones y varias películas superaban un listón de calidad mínima por encima de lo aburrido. Iré soltando "palomitas" paulatinamente pero no quería dejar pasar estas tres primeras por la impresión que me han causado.
Adelante...
La maldición del Hombre Lobo. Disney/Marvel Studios.
Aunque no sea demasiado parcial, esta película es lo mejor que he visto últimamente: reúne todas las cualidades que me llegan al corazón. Primer "largometraje" de su director y un auténtico homenaje con realizado con mimo, respeto, humor y devoción al cine de terror clásico y, además, muchísimos guiños que uno va encontrando como mensajes secretos de cariño, destellos de una carta de amor.
Porque la amo yo también.
Decir más sería destripar una delicia llena de magia. Mejor el silencio y, simplemente, volver a verla varias veces para disfrutar su encanto como quien fotografía a una mujer que se desnuda para ti y en la que descubres, con cada foto, un nuevo detalle que te llena de emoción y te saca la sonrisa porque reúne características de aquello que más amas, aunque parezca que sólo a ti te gusta el género, tiene muchos admiradores que comparten tu opinión, pero es tuya, hecha para ti.
Un pequeño apunte, te sumerge en ese espíritu de la Universal (y toques de la Hammer) hasta en momentos casi imperceptibles como los famosos "cigarrette burns", esos puntos negros en un esquina, apenas destellos, que le indicaban al operador de cámara que debía preparar el nuevo rollo de película desde la sala de proyección.
Una absoluta delicia que, además, no dura más de unos ochenta minutos. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Mejor contar todo de manera eficaz y condensado que esa mala costumbre contemporánea de alargar los metrajes hasta el aburrimiento.
Pura magia.
Smile. Paramount Pictures.
El gran bombazo del momento en el cine de terror. La película que, si ves el trailer, te destruye la película. Complicado hablar de ella. Está bien y merece la pena, cosa que es mucho decir, además de que la actriz principal hace un papel soberbio. Por otro lado, nada original en ciertos sentidos: ya lo hemos visto en "It Follows" o incluso en "Fallen" (que recuerdo con mucho cariño) mezclado con la maravillosa (aunque desapercibida en su momento) "Sinister".
Su gran problema es que no consigue tomar las riendas y decantarse por un tipo de terror intentando contentar a todo el mundo alternando lo siniestro, lo sobrenatural, lo policiaco, la intriga sobre el trauma y la enfermedad mental, ver cosas que no sabes si son reales, la paranoia y, desgraciadamente, el susto facilón aunque efectivo de sobresalto con bocinazo estilo "Expediente Warren".
La mezcla le sale bien al principio pero después no sabe mantener esa alternancia y deja enormes periodos sin que realmente pase nada que te acojone. Es una película que provoca una sensación de subir por una escalera de incendios cuyo suelo de hojalata amenaza con desmoronarse al vacío.
No sé si es buena o mala pero sí que hubo momentos, apelando a mis miedos profundos, en los que esa sonrisa en la oscuridad me produjo gran inquietud y un par de pesadillas por la noche.
Como digo, vi el tráiler después de la propia peli y allí estaban todos los "scare jumps" principales que, por supuesto, una vez experimentados no provocaron ni el más mínimo sobresalto como me ocurre ahora con la saga "Insidious" que me la puedo poner de fondo mientras pinto un Skeletor.
Gatillazo por Covid.
Pesadilla en Elm Street. Wes Craven.
Revisité "Elm Street" después de, sin exagerar, unos quince o veinte años sin acercarme a la original ni a sus secuelas. Me daba mucha pereza porque la recordaba zafia, grosera, absurda y poco impactante.
Me quedé sorprendido de lo bien que se hacía el terror en aquellos tiempos y la enorme mano de Wes Craven en una obra cuyo antagonista, maravillosamente interpretado por un Robert Englund no sobreactuando el personaje en piloto automático como le pasaba a Connery en las últimas películas de James Bond, apenas aparece y, cuando lo hace, verdaderamente resulta un golpe de impacto y efecto, acompañado de unos efectos especiales caseros con mucho ingenio y cuyos fallos contribuyen a aportar a ese ambiente de mal rollo onírico desasosegante que incluso ensalza el resultado final de la película.
Sí, es muy de su época, muy ochentera, muy de esa moral compleja y a la vez tan simple. Pero recuperé una joya absoluta del cine de terror y comprendí el fenómeno que supuso, ahora desde una perspectiva adulta y paternalista.
Me alegro de que me hubieran convencido para darle una nueva oportunidad.