Libros con gafas: "Horde". AfterShock Comics Marguerite Benmet. Leila Leiz.

 


Aftershock saca buenos cómics que saben utilizar a la perfección los clichés del terror (por lo general tirando a gótico o lovecraftiano) para explorar los demonios que todos sufrimos en esta sociedad compleja, las variadas heridas psicológicas que, desde el trauma, conforman nuestra identidad. Además, sus autoras y protagonistas brillan por su eficacia en aprehender la compleja arquitectura de las almas actuales y el eterno motivo literario de quién somos.

"Horde" es un bello y aterrador ensayo sobre los recuerdos, los anhelos y el amor como materia de posesión. Sobre la necesidad de amar sin consumir, sin poseer, sin dañar. Desgraciadamente, en muchas ocasiones no tenemos la capacidad necesaria para ello por nuestros propios traumas, convertimos al otro (pareja, prole, familia, amigos, etc.) en algo semejante a un objeto en nuestra mente que intentamos amoldar a nuestras carencias e ideas preconcebidas: en una extensión de nuestro yo porque resulta muy complejo (realmente es imposible, salvo ejerciendo la empatía) salir de nuestro ego y la caja cerrada de nuestra mente. Somos esclavos de los sentidos y estamos solos en nuestro interior.

Con un dibujo correcto y unos conceptos bastante originales, con ecos a "Rebeca", "Alicia en el país de las maravillas" y "Dentro del laberinto", nos conduce por la necesidad de reafirmar de forma sana quienes somos y nos invita a vivir la vida hacia delante sin que los vistazos al pasado nos conviertan en una estatua de sal, en un condenado dentro de una prisión autoformada de incienso y memoria: es nuestra existencia y es nuestro deber vivir el tiempo que se nos otorga de una forma que nos haga felices, frente a las aspiraciones de los otros, que quizá no sepan, porque no es sencillo, rellenar su propios huecos sanamente.

Un cuento que también subraya, desde otra óptica, que el hecho de que nos amen de verdad (con respeto y ternura, sin buscar transformarnos), también nos ayuda a amarnos a nosotros mismos, algo necesario para romper las barreras y tirar "por la calle de en medio" hacia nuestra felicidad y poder terminar con ese cliché tan de novela gótica que es salir del incendio de nuestra vieja mansión asfixiante que se consume hasta los cimientos.

Una delicia muy bien editada que ofrece más de una lectura sin pestañear y superior a muchos productos actuales, sin necesidad de extenderse y añadir páginas. Estupendo.

El busto de Lovecraft...

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