Mi Kindle viejo




He vuelto a resucitar mi Kindle viejo...

Lo expreso así porque es la pura verdad. Estaba en una estantería. Recuerda más a una Game Boy monocroma que a una tablet. Es enano y hay que mover el teclado con el cursor de botones en el canto de la pantalla. Introducir la clave de la WiFi ha resultado una verdadera odisea. Aún tenía un cargador compatible y, para mi enorme sorpresa, ha resucitado.

Es lo más semejante a leer en papel ahora mismo que no sea leer en papel, claro. Me he convertido en un tipo de esos oscurantistas y medio pirados que sigue amando las películas en Betamax, pero con mi libro electrónico prehistórico de cuando Amazon no te vendía cremas para la barba en tu casa en menos de doce horas.

Lo que en su momento suponía una afrenta (incomprensible, porque no hay comparación) a todo lector y escritor que se preciase, talibanes del papel, eternos enemigos de una tecnología que iba a convertir las bibliotecas en estantes vacíos con microchips implantados en el cerebro, ahora es como algo viejuno, carca, apolillado. Me insinúan: usa un libro o usa un libro electrónico táctil y en color, que también tiene opciones de subrayado compartido con otros, puedes navegar por internet, compartir referencias, buscar recetas de cocina, acceder a Facebook... Ya, es que quiero esto para leer, no para el porno emocional.

Este sólo lee libros, otra cosa que pueda hacer, conectado a internet, le cuesta la vida. La batería después de más de doce años (mi ex mujer me lo regaló cuando valía cincuenta euros y eso era ya un pastón) no sólo soporta, por mucha tralla malvada que le atice, lo que le echen. Procesa texto, y saca la portada de algún ejemplar, si le dala gana, conforme con un gusto personal que no termino bien de comprender. Me gustan los aparatos con idiosincrasia y personalidad, como este libro electrónico o el TAC 40 Siemens del Severo Ochoa; cosas que me recuerdan al Halcón Milenario...

Mi kindle y yo nos llevamos bien. Me sirve de herramienta para no dejarme los ojos frente a pantallas retroiluminadas. Le puedo poner la letra grandota para cuarentones con presbicia hasta que casi parece un cuadernillo de caligrafía Rubio. No pesa nada y lo empleo no para leer libros, que nunca dejaré de hacerlo físicamente (creo que el único ebook completo que he terminado con gran esfuerzo fue "Norweian Wood" de Murakami), sino para emplear esa maravillosa aplicación que, de nuevo para mi sorpresa, me repito, sigue funcionando: Send to Kindle.

Cualquier artículo o página web con texto que quiera leer, me la transforma y la envía con mucha diligencia al aparato y puedo disfrutar de ello sin tener que estar pegado a un móvil, una tablet, un ordenador, guardado como si lo tuviera en un archivador en papel.

Soy raro...

Pero bueno, también colecciono figuras de Skeletor.

Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad: todo el mundo tiene una.

Buenas noches, Nueva Orleans.

El busto de Lovecraft...

El busto de Lovecraft...

Sígueme en Facebook

Translate/Traducir

Entradas populares

Un blog se alimenta...