Libros con gafas: "Biblioteca de cómics de terror de los años cincuenta: Voodoo". Volumen 12. Diábolo Ediciones. Varios autores.



El volumen 12 de la Biblioteca de cómics de terror de los años 50, publicado por Diábolo Ediciones, cierra con elegancia la recopilación de Voodoo, ofreciendo un epílogo digno para una publicación que hasta ahora había permanecido inédita en nuestro país. Este tomo final no solo recoge las últimas historietas publicadas, sino que destila la esencia de una época que jugaba sin temor con el horror, la sátira y los finales mordaces que caracterizaban el cómic anterior a la censura del código de la moral.

Entre las historias más destacadas se encuentra "Las cabezas del terror", un relato tan perturbador como memorable, donde un macabro experimento transforma la obsesión en un desfile de grotescas consecuencias. Este relato ejemplifica la capacidad de Voodoo para mezclar la ciencia malograda con el suspense y el humor negro, logrando provocar escalofríos al tiempo que deja un poso reflexivo sobre los peligros de la ambición desmedida.

En contraposición, relatos como "La niebla fue mi mortaja" o "El martillo del mal", ofrecen un enfoque más introspectivo, con un arte que destaca por su habilidad para capturar lo onírico, lo imposible y lo amenazante a partes iguales. En esta historia, el destino y las pasiones humanas convergen de forma implacable, ofreciendo un giro final que, como es habitual en estas páginas, deja al lector en estado de sobrecogimiento.

El arte de este volumen no desmerece. Los estilos de dibujantes como Chic Stone o Matt Baker logran transmitir una atmósfera singular, cada uno con su sello único. Stone ofrece una crudeza gráfica que enfatiza lo visceral de sus historias, mientras Baker, conocido por su dominio en la anatomía y el dinamismo, da un toque casi sensual a lo macabro, algo que pocos artistas de la época lograban con tal elegancia.

Este volumen actúa como una cápsula del tiempo, permitiéndonos sumergirnos en el imaginario de una era donde el terror se contaba con descaro y sin censuras. Puede que algunas historias pequen de ingenuidad o que ciertos giros parezcan previsibles desde nuestra perspectiva moderna, pero esa misma ingenuidad es parte de su encanto: un horror que jugaba más con las emociones que con la lógica.

El tomo 12 que cierra Voodoo no es simplemente una conclusión, es una invitación a redescubrir y valorar un fragmento esencial del cómic clásico. Para aquellos que aún no han explorado esta colección, ahora no hay excusa: el terror de los años 50 está más vivo que nunca, como las cabezas que protagonizan una de sus mejores historias.

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