Palomitas variadas para regresar al Overlook con alas de murciélago

Hace mucho que no actualizaba el blog y tendría cosas que contar pero el busto de Lovecraft sigue callado en su estantería. No obstante, nunca dejo de ver cine, así que agarremos directamente las palomitas, en su mayor parte caseras, aunque algunas estaban buenas sin llegar a ser Monica Bellucci.

Aviso de que, para mi desconocimiento, mi contrato telefónico se acompañaba con una subscripción a HBO Max y, por supuesto, le he dado más leña al mono que un obseso al que le chutan la pastillita azul que te levanta no sólo el ánimo. 

Veamos... 



Empezamos por lo peor, aunque tengo serias dudas al respecto. "Uncanny Annie" es la típica película de pasarlo bien en Halloween y te lo dice directamente. Coge "Jumanji" (no tienen ni vergüenza en esconder la referencia, gesto aguerrido que le hizo ganar puntos) y decóralo con calabazas y fantasmas, muchos "scare jump" y una buena ración de postadolescentes de escotes potentes haciendo de adolescentes imbéciles... Ya tienes película. No obstante, en su defensa debo de admitir que, sin pretensión de ningún tipo y con su caterva ebria de clichés y situaciones más previsibles que una ventosidad tras la fabada, entretiene bastante.  


"Animales fantásticos: los secretos de Dumbledore" la fui a ver al cine con mis hijos y, aunque se esfuerce en lo contrario, es una película para niños grandes y pequeños subidos al carro de esta saga como yonkis. Encima, no se preocupa por mantener ningún tipo de coherencia y se inclina ante el fandom que, en verdad, lo que desea es más aventuras de mago niño. Vamos a ver, que Potter se acabó, fin, no queda nada después, exprime la gallina de otra forma pero exprímela bien. Todos los actores muy estereotipados y el cambio en Grindewald suma puntos porque lo de Johnny Deep era insufrible. Un buen momento a lo Thomas Crown con detallitos de Hogwarts y final feliz de cuento de hadas donde el gordo sin talento mágico se casa con la rubia maciza estilo charlestón. La película se vuelve a quedar para una nueva secuela y, a pesar de su título, no define el mayor secreto del director brujo: la razón de abandonar los elegantes trajes ingleses con chaleco corte años veinte para abrazar los camisones estampados de señora mayor pero muy decente, con gorro y todo. Las palomitas estaban ricas y mis hijos disfrutaron en una tarde de lluvia. No le podía pedir más. 


"Chapelwaite" es una miniserie de capítulos eternos, que se podría haber condensado mucho más, basada en un relato corto de Stephen King (ya hablaremos después de él, no se va ir de rositas, no) que funciona como precuela imposible de uno de sus mayores éxitos literarios: Salem's Lot. La serie va acumulando con gracia y llevando bien la tensión de todos los tópicos imaginables del vampiro hasta las últimas consecuencias, salpicando aquí y allá un poco de racismo (pero sin pasarse, eh, que esto es King), un poco de crítica feminista (pero sin pasarse, eh, que esto es King), un poco de costumbrismo americano retrógrado decimonónico (pero sin pasarse, eh, que esto es King) y unos toques de "body horror" e "inquilino inadvertido" (pero sin pasarse... bueno, ya lo imagináis). Se me empezó a poner dura cuando, inesperadamente, el asunto se pone Lovecraft sin vergüenza ninguna... Porque se pone muy Lovecraft y ahí es cuando empecé a tocarme mucho y a regodearme más que mi hijo cuando consigue una carta rara de Pokemon en el cole. De pronto, deja de ser King y empieza a pasarse conceptualmente a manos llenas y un servidor le iba pidiendo que le diera más fuerte, que soy una zorrilla que se ha alejado del maestro de Providence y no merezco perdón, oh baby. Por supuesto, ayuda mucho que Adrian Brody, pese a las mierdas de películas en las que participa, sea realmente un buen actor. No obstante, el verdadero protagonista, como siempre, es su nariz, que hasta merece una secuencia completa. No está mal. Me moló. Pero es que a mí me sussuran "De Vermis Mysteriis" y me pongo cariñoso y facilón. 


Ohhhhhh... "The Batman". Aquí ya tenemos un plato fuerte para el que todo el mundo tiene una opción maniquea: es arte puro y excelso o es una afrenta al "Nolanismo" o el "Burtonismo". Pues ni una ni la otra. Aún no tengo una opinión muy forjada pero se me hizo larga, repetitiva, pretenciosa y sólo soy capaz de balbucear: "podrías haber sido peor". Para la estética reinante de brutalidad normalizada, es bastante blanca. No me resulta tampoco una película de autor y el villano, francamente, está a millones de años luz de maravillas como "Seven" o "Zodiac" (por ponernos más pedestres). Otro pirado que habla sin que se le entienda para una película repleta de "deus ex machina" en la que Batman/Wayne siempre está con cara de tipo duro en la sala de espera de colonoscopias. Allí donde el cómic en el que (con pinzas) se basa la trama se trataba de una historia extensiva y un paseo repleto de cariño y respeto por el hombre murciélago, aquí simplemente "suceden cosas" y "se dan puñetazos". Ni pizca, en realidad, del gran detective y la amenaza que aterra a los criminales con sólo ser mencionado. Quiere y no puede. Zurraspa de tipos que se creen Kubrik. 


Y mencionando a Kubrik, ya os dije que iba a hablar de Stephen King. "Doctor Sueño" me sorprendió en todos los sentidos porque supone una profunda reflexión sobre la visión creadora que sabe recoger un testigo tan grande como un destructor estelar clase Venganza. Los actores lo bordan, la historia es emotiva, trepidante, mucho más profunda de lo esperado y habla de los problemas que todos tenemos, de la amistad, del amor, de los dones, de la crisis, de la herencia familiar, del anhelo de inmortalidad, de nuestra papel como seres sociales, del lado oscuro y luminoso de la vida... Lo sabe conjugar muy bien y hay momentos verdaderamente emotivos cuando se abren las cajas. Hasta ahí podría haber sido una muy buena película. Pero el gran salto mortal de Flanagan es no quedarse en la historia, sino saber coger con sumo respeto y admiración un icono intocable para plantarse con la reverencial reafirmación del mismo. Y ese icono intocable no es la novela de su adorado Stephen King que siempre detestó la adaptación cinematográfica de Kubrik porque, claro, Kubrik era un puto genio que cogió su obra y la expandió estética y artísticamente hasta niveles que el chico de los monstruos de Maine no podía ni imaginar. Hizo una peli con su hijo adorado y se lo apropió de tal manera que lo sacó de géneros y lo erigió en una institución y clase de cómo rodar cine. Mira, colega, la historia está muy bien, pero hay contarla así... Y lo hizo como si a Mozart le hubiera dado por hacer su versión rapidita de una canción de Macaco. Uno no puede imaginar "El Resplandor" sin todos los referentes de la adaptación de Kubrik, es suya, simplemente suya con esos tonos chillones de moqueta y azulejos, ese laberinto imposible entre la nieve y esa máquina de escribir donde "Mucho trabajar y poco descansar vuelven a Jack loco de atar" frente a unas escaleras ominosas. Flanagan recoge ese pedazo de la historia del celuloide y le aporta, con sus propios arrestos, una humanización y un viaje emocional entre realidad y memoria donde los fantasmas que más nos aterran son esos que llevamos dentro; no en cajas, sino en los recuerdos felices de la niñez o los que nos atan a una comunidad en la que nos sentimos unos bichos raros por muy normales que seamos. El regreso al "Overlook" es una decisión consciente de cierre necesario de etapa que muchas veces debemos afrontar en nuestra vida para poder seguir avanzando, aunque sea hacia la muerte. De verdad, debió pillarme en un momento muy sensible pero me ha parecido de las mejores películas que he visto en los últimos años: recordad, resplandeced, hay que ser lo que somos aunque no sepamos lo que somos. Sólo nosotros podemos ser nosotros. 

Y hasta aquí todo por hoy, muchachos.

Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad: todo el mundo tiene una.

Buenas noches, Nueva Orleans. 











El busto de Lovecraft...

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