Adicción al suelo

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El otro día la amiga Maria Jose Mattus Aguirre, directora de la revista Aquerellen, me preguntaba por qué suelen ser mis fotos de elementos en el suelo. 

La razón es muy sencilla, suelo ir mirando al suelo con frecuencia porque tengo una vergonzosa tendencia a tropezar en todos los sentidos. Tengo una adicción al suelo. Pero, como cualquier elemento que necesita un poco de atención, te ofrece lo mejor de sí mismo, su belleza y serendipia, sus frutos escondidos.

Gracias a mi adicción al suelo hoy, por ejemplo, he podido darme cuenta de que había pulsado mal el botón del ascensor y estaba en el piso erróneo. Justo antes de sacar la llave y quedar en ridículo frente a un vecino poco recomendable el simple felpudo, un elemento al que jamás le prestamos cariño pero nos distingue tanto como el peinado o la corbata, me ha puesto sobreaviso de que algo no estaba como debiera en unos rellanos clónicos, salvo por ellos, los felpudos.

Ay, el suelo, cuantos secretos tiene para ofrecer... 

Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad: todo el mundo tiene una.

Buenas noches, Nueva Orleans.

El busto de Lovecraft...

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