Palomitas: "Late night with the Devil", 2024

 


Hay ocasiones en que una película no solo desafía nuestras expectativas, sino que logra darle una nueva vida a un género agotado. Eso es lo que consigue "Late Night with the Devil", una propuesta que, desde Australia, reimagina con destreza el tan manoseado "found footage". Esta vez no somos meros testigos de una grabación encontrada; nos encontramos frente a un late night televisivo, ese rincón de la madrugada donde las luces brillan mientras las sombras se agrandan. Es la noche del 31 de octubre al 1 de noviembre, la noche de Halloween de 1977 (la noche en que yo nací), y el presentador del show, desesperado por recuperar lo que alguna vez consideró suyo, orquesta una velada que pronto se tornará en un descenso a lo sobrenatural.

La película destaca por su capacidad de balancear un realismo pausado con lo paranormal, un hilo que se va tensando lentamente, casi imperceptible, hasta que es imposible escapar de su influencia. "Late Night with the Devil" no se apoya en los trucos típicos del género, sino que construye una atmósfera de crítica sutil, enraizada en la fiebre de los años 70 por los fenómenos psíquicos y paranormales. Un tiempo en que la televisión, ese espejo oscuro, reflejaba tanto los miedos como las obsesiones de una sociedad que empezaba a desmoronarse.

El protagonista, un presentador roto por un dolor personal que lo consume, lucha por sostener un espectáculo en el que la audiencia y el prestigio aumentan mientras que la razón y la realidad misma se desvanecen poco a poco. Es imposible no ver un eco de las creaciones de Lynch en este retrato de decadencia emocional, donde lo paranormal no es el único monstruo acechando entre las sombras del plató. Lo más escalofriante no es el fenómeno que va tomando el control del programa, sino la creciente impotencia del conductor, quien, al intentar domar lo desconocido, termina siendo arrastrado hacia el abismo. Un abismo en el que ya estaba sumergido por su ambición. Una semilla del mal que ya tenía plantada.

"Late Night with the Devil" captura esa extraña mezcla de fascinación y temor por lo paranormal que definió los 70, pero lo hace sin estridencias, con una serenidad que solo aumenta la sensación de amenaza. En sus momentos más tensos, la película nos envuelve, convirtiéndonos en cómplices involuntarios de ese espectáculo que, desde el principio, parece condenado al desastre. Es esta construcción paciente, esta evolución gradual de los acontecimientos, lo que más me atrae: nada es inmediato, nada es forzado, todo se va desplegando con la lógica oscura de un sueño febril.

El gore, cuando aparece, es certero y perturbador, pero nunca gratuito. Es más bien una consecuencia natural de una narrativa que se ha ido envenenando lentamente. Y luego está ese desenlace, un final lisérgico que nos arrastra a un clímax visual y emocional donde las barreras entre la realidad y lo sobrenatural se desintegran por completo. La película juega con nuestras percepciones, nos empuja a cuestionar todo lo que hemos visto, y cuando llega el momento de cruzar la última frontera, no hay vuelta atrás.

Uno de los grandes aciertos de esta obra es su capacidad para reinventar el género sin recurrir a clichés. Al ambientarlo en un programa de televisión, consigue darle una frescura inusual, ofreciendo al espectador una estructura familiar pero cargada de un peso inquietante. Como si, de alguna manera, ese viejo late night fuera no solo una reliquia de su tiempo, sino también un conducto hacia algo mucho más profundo y oscuro. Porque en el fondo la película tiene un protagonista: el espectador actual, nosotros, que vemos desde el presente ese programa maldito. 

Los late shows tuvieron un impacto cultural profundo en Estados Unidos, funcionando como plataformas que exploraban lo inesperado y lo bizarro, llevando la televisión más allá de lo convencional. Esta influencia se extendió más tarde a España, modelando un nuevo formato de entretenimiento nocturno que mantenía cautivos a sus espectadores en ese espacio de frontera entre el día y la noche, entre la realidad y la ficción.

Finalmente, "Late Night with the Devil" se erige como mi película favorita del año porque en ella conviven gran cantidad de elementos de mi propio imaginario personal. Y lo hace además con una ironía aterradora: esa capacidad única de hacerte olvidar tus propios problemas... precisamente al hablar de ellos.

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