Enero en la puerta

Huele a flor marchita, turrón duro y sudado en bandeja de plata, pereza rutinaria, régimen dosificado de receso y pendiente de niña que ha perdido una perla. Implica costumbre a la que no te acostumbras, que ejecutas como quien arranca rápido el esparadrapo de los análisis.
En realidad, el año nuevo ocurre en verano por mucho que dicte el almanaque. Enero, eres ese tipo que se queda en la puerta estorbando y con ganas de romperte la moral: alguacil de mala leche, mimo plasta en el paso de cebra que te cierra el semáforo y encima llegas tarde.
Un servidor aún no lleva bien el dejar a sus hijos cada lunes alterno en la guardería, consciente de que no les volverá a ver hasta dentro de una semana.
Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad, todo el mundo tiene una.
Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad, todo el mundo tiene una.
Buenas noches, Nueva Orleans.