Poesía necesaria, imprescindible

Desde que escribo poesía y hablo sobre ella, y va para algunos años, escucho en las reuniones con poetas (y ahora en las redes sociales) encendidas soflamas intelectuales —de diferente altura en su argumentación—sobre la necesidad y utilidad de la poesía. El adjetivo "imprescindible" como un axioma de la misma; se utiliza también como medio publicitario o añadido estético y político. Suele planear sin tardanza alguna frase respecto a la dificultad de los tiempos que corren tanto en general como para la propia lírica.

Afirmaciones tanto de poetas nuevos como viejos, que venden como que no les compra un libro ni su familia cercana, los populares y los desconocidos, los académicos y los intuitivos... Lo comentan hasta los youtubers y cantautores (Apostilla, off-topic: creo que todo el mundo se mete mucho con esta "nueva poesía" pero nadie, salvo dos gatos y medio, nos hemos parado a leerla al completo, dedicando tiempo y no sólo un par de minutos indignados a poemas sueltos que corren por internet, para tener una opinión cimentada del asunto).


"La poesía es necesaria, útil, imprescindible" aseguran con un convencimiento y pasión que me maravilla como si fuera una suerte de pulmón artificial desconocido, una verdad divina que todo el mundo se está perdiendo. Entonces procuro disimular y no hacer el ridídulo, tragarme mi forma de pensar para evitar discusiones mientras coloco mi mejor cara de andar ahí como puesto por el ayuntamiento y reconduzco el centro de la conversación a temáticas más habituales entre poetas como el cine, la calidad de la ensaladilla rusa, el fútbol o el sexo opuesto porque, aunque desde fuera exista una etiqueta preconcebida y alimentada, los poetas rara vez mantienen una elevada y profunda conversación filosófica sobre poesía si no hay nadie mirando para mantener el tipo.

Quizá es que cuanto más conozco de algo menos sé, pero la poesía, cualquier manifestación cultural o artística si nos ponemos ya generalistas, nunca y mucho menos ahora me ha parecido imprescindible, necesaria ni que sirva para nada. Conozco gente plenamente feliz que no ha leído un poema nunca, y tras la primera experiencia, no sufren síndrome alguno de abstinencia aunque les haya gustado, continúan con sus vidas de forma educada, bella, limpia... 

Irónicamente, poética.

Creo firmemente en que la mayor belleza de la poesía y del arte radica en su total inutilidad, en que no es necesario para sobrevivir. 

Probablemente me equivoque, sin duda.  Eso sí, cuando dos poetas hablan a solas de poesía, pocos momentos más interesantes existen...

Hasta la próxima grabación y recordad que siempre hay algo bueno y malo en la Verdad: todo el mundo tiene una. 

Buenas noches, Nueva Orleans.

El busto de Lovecraft...

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